viernes, 10 de julio de 2009

lunes, 16 de junio de 2008

I N F A L T A B L E.


En la noche de ayer, mientras me dedicaba hacer lo que nunca hago, encontré entre mis pertenencias mas preciadas de la PC, esta foto que documenta..... la verdad de todo....


Sí, el parecido asusta pero no podía faltar en este espacio. Fueron años de investigacion tratando de saber a quien me hacia acordar George Clooney, hasta que un dia..edesur me iluminó.




Tres Urras para Pochoclooney



U R R A!


U R R A!


U R R A!

domingo, 15 de junio de 2008

Y vino el Raton Perez y se lo llevó.

Reunion anual de Ratones Perez.




LA INCREIBLE HISTORIA
DEL
RATONCITO
PÉREZ


La otra noche un vecino loco que tengo me destrozó la cara a golpes. Me tocó timbre y me preguntó “Disculpe, ¿usted es mi vecina?” “Sí”, le dije. “¡No, no! ¡Odio tener vecinos!” se puso a gritar él y comenzó a pegarme. “Alberto, Alberto –porque se llama Alberto- Alberto, le decía yo, piense un poco: el concepto de vecino varía de persona a persona. Si usted quiere yo bien puedo NO ser su vecina.” Y con esa frase se calmó y volvió a su depto. Para algo me sirvió hacer el CBC de “Psicología práctica para las masas enardecidas” en la UBA. Bueno, cuando se fue, recogí mis dientes rotos del suelo y me acosté a dormir. Tipo dos de la madrugada siento una molestia en la nuca, como si la almohada estuviera moviéndose... “¿Qué te pasa?”, le dije a mi novio, “¿otra vez te llevás la almohada para tu lado?”. “Yo no me estoy llevando nada, tarada, dormite de una vez”, me respondió el. Y resulta que levanto la almohada para mirar abajo, y me encuentro... o sea, no es fácil decirlo porque cada vez que lo cuento todos me toman por idiota, que lo soy pero no tiene nada que ver con esto, levanto la almohada y... bueno, ahora les cuento, pero no me tomen por loca, eh. Les cuento: debajo de la almohada estaba el ratón Pérez mirándome fijo y mal. Sí, sí: era Pérez. No me pregunten como lo supe, pero lo supe. Yo primero me cagué en las patas, o sea, al ratón no le cabía una y me estaba mirando muy mal y estaba debajo de mi almohada y, viste, entre la sorpresa y eso no sabía si atacarlo, gritar como una histérica o despertar a mi novio, pero por ahí era una alucinación mía y yo ya me veía despertándolo y diciéndole que estaba el Ratón Pérez debajo de la almohada y el como mínimo me iba a golpear la cabeza con el cajón de la mesita de luz. “¿Qué pasa, chabona: te pensaste que no existía?” me dice Pérez, “Vine a buscar esos dientes rotos que dejaste, y agradecé si te doy dos mangos con 10”. Bueno, no será para tanto, decía yo. “¿Qué no será para tanto? ¡Agh! Son una basura: sucios, llenos de sarro. En el mercado de dientes usados no me van a dar nada por esto. Seguro que hace como dos décadas que no pisás el consultorio de un dentista, maricóna!” me dijo. Yo intenté calmarlo diciéndole: “Sr.Ratón, Sr.Pérez, por favor, sea amable conmigo para que ambos podamos sobrellevar esta agradable conversación con respeto y placer...” Y ahí Perez se calentó mal: me escupió la sábana, sacó una hondera chiquita del bolsillo y empezó a tirarme directo al ojo con todos los dientes recogidos esa noche. Claro: en sí los ratones no suelen ser muy simpáticos y encima éste había trabajado toda su vida de recolector y eso evidentemente había terminado de anular su capacidad de relacionarse civilizadamente con la gente. “¡Imbécil!” -me dijo agarrándome del nudo de la corbata (porque yo duermo con corbata)- “Agarrá una noche y paseate por toda la Capital recogiendo dientes babeados de las almohadas de los pibes sin despertar a nadie y si alguno te vé se pone a gritar y a tirarte raid y vos arriesgando tu vida por un diente sucio. Decime si no te vas a sentir una resentida social. Ya son años que tengo de esto, hacelo vos a ver si te lo bancás y encima me pedís amabilidad, GILA!”. Bueno, Perez -le dije yo para calmarlo- ¿querés tomar algo? ¿un vino, algo?. “¿Tenés grappa?”, me dijo. “Sí”. “Bueno, dale”. Y fuimos a la cocina y nos sentamos y empezamos a hablar. El ratón se bajó botella y media de grappa, la otra mitad la tomé yo y, al calor del alcohol, empecé a preguntarle cosas, preguntas obvias, como cómo sabía a quienes se les había caído un diente esa noche y me contestó que la empresa para la cual trabajaba todas las mañanas le mandaba un listado a la puerta de la casa, pero no quiso darme más datos ni del nombre de la empresa ni para que querían los dientes. Según me dijo, algunos periódicos sensacionalistas la habían puesto cámaras ocultas para espiarlo por todas partes. Después ya un poco más borracho y en confianza se me puso a contar anécdotas curiosas, que en una época le había salido un tal ratón Jiménez competidor que iba por las casas pegándoles golpes en las encías a los nenes para poder llevarse más dientes, o repartiendo volantes que decían “Ratón Jiménez paga mejor, con su diente una placa bacteriana de regalo” y así nos quedamos hablando toda la noche. Después se despertó mi novio, vio la luz de la cocina encendida, me encontró emborrachándome con un ratón y empezó a los escobazos. “Esta bien que nadie quiere ser tu amigo”, me dijo, “pero tampoco con una rata”.
Esa noche Pérez huyó, pero yo lo seguí viendo de cuando en cuando en un barcito del centro. Él se sienta en mi rodilla y nos quedamos bebiendo toda la noche. La última vez que me lo encontré me contó que andaba cansado y con ganas de dejar el laburo. Me preguntó si no quería agarrar el puesto vacante. “¿Estás loco?”, le dije, “como para andar haciendo de ratón Pérez estoy yo. Me encuentran los padres de la criatura manoteando debajo de la almohada del hijo y que querés que les diga: ´Soy Pérez´, termino presa... ¿no tenés algún otro amigo para ofrecérselo?” “Sí, pero es una tarántula y capaz la hacen mierda la primera noche, ¿te la imaginás llevando los dientes a la pobre? Bueno, no, supongo que de mientras seguiré yo, que le voy a hacer”. Y esa fue la última vez que lo ví al pobre Pérez, hace como cuatro meses.
¿Saben qué? En su honor me voy a tomar una grappa. Salud.

jueves, 12 de junio de 2008

Tan leve que molesta?


Fotografía : Juan Sala





Hay libros y autores que contaminan, aunque uno no quiera, nuestros ojos ante la vida, y los anteojos que te vas poniendo en cada circunstancia.

Hace un par de años que leí ¨La insoportable levedad del ser¨, hoy vuelvo a leer sus fragmentos y me encuentran en otro lugar, muchas cosas cambian..quizás eso haga que esta ¨fugacidad¨sea mas llevadera, que atreviese mi realidad como el viento y no que se confronte con ella. Es jodido pensarlo tanto.


El ser es insoportablemente leve, ligero. Al menos nuestro ser, nuestro estar, nuestro vivir (que ser, estar y vivir no es exactamente lo mismo, pero dejemos eso ahí). Milan Kundera nos presenta una serie de personajes que oscilan entre la levedad, la indecisión, la angustia de la elección y una vida ya planificada, cerrada, en la que el cosquilleo de la vida y el espejismo de la novedad están ahogados por el eterno retorno de la cotidianidad. Así es también el amor: un proceso que se repite incesantemente y que pasa de un modo más o menos exacto por etapas que nosotros creemos únicas, exclusivas, personales, irrepetibles: ilusión, ensoñación, repetición, rutina, aburrimiento, celos, inseguridad, apasionamiento, locura, distanciamiento. Todo ello salpicado de idealización, desengaño, odio y contradicción: anhelamos lo que no tenemos, aunque seamos responsables de su pérdida. El amor que a fin de cuentas resulta tan angustioso (y a veces absurdo) como la vida misma. Lo que creemos fuerte, sólido, pesado es insorportablemente leve.
La ligereza de nuestro ser queda más marcada aún por nuestra historicidad: vivir en ciertas épocas y en ciertos lugares es sinónimo de la volatilidad de nuestra vida, de su escaso valor ante un poder (político, religioso o social, da igual) que maneja a su antojo los hilos de nuestras vidas, sin pararse a comprender, a conocer o a analizar. Da igual quién seas o lo que hayas hecho: las grandes revoluciones o los cambios políticos hacen que sea pesado lo ligero, que lo leve se apelmace. Las víctimas y los verdugos son una parte más de esa eterna rueda que llamamos historia, en la que el poder juega tanto con sus dueños como con los gobernados. La insoportable levedad del ser recoge la historia de los que jamás pasarán a la misma, de los que de alguna forma son víctimas de la historia y han de acomodar sus vidas a los dictados de sucesos cuyos motivos fundamentales resultan ajenos.
Si alguien quiere saber lo que somos, de qué estamos hechos y en qué consiste eso que llamamos "ser humano" puede avalanzarse sobre la novela de Kundera, donde los sentimientos y las situaciones contribuyen a pintar un excelente retrato de nuestra condición, de esa oscilación permanente en la que vivimos entre la levedad y el peso.


Les dejo un fragmento.


" Sintió en su boca el suave olor de la fiebre y lo aspiro como si quisiera llenarse de las intimidades de su cuerpo. Y en ese momento se imaginó que ya llevaba muchos años en su casa y que se estaba muriendo. De pronto tuvo la clara sensación que no podría sobrevivir a la muerte de ella. Se acostaría a su lado y querría morir con ella. Conmovido por esa imagen hundió en ese momento la cara en la almohada junto a la cabeza de ella y permaneció así durante mucho tiempo.....Y le dio pena que en una situación como aquella, en la que un hombre de verdad sería capaz de tomar inmediatamente una decisión, él dudase, privando así de su significado al momento mas hermoso que había vivido jamás (estaba arrodillado junto a su cama y pensaba que no podría sobrevivir a su muerte). Se enfadó consigo mismo, pero luego se le ocurrió que en realidad era bastante natural que no supiera que quería: El hombre nunca puede saber que debe querer, porque vive solo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores. No existe posibilidad alguna de comprobar cual de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. Pero que valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Por eso la vida parece un boceto. Pero ni un boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro. (...)

sábado, 24 de mayo de 2008

señor escrito sin nombre



Si de algo estoy segura es de ser una tipa ética, dueña de una coherencia indiscutible entre lo que digo y lo que hago. Mi honestidad se basa en una sencilla premisa: si voy a causar daño, lo causo. Nunca nadie me verá prometiendo empujar una viejita ciega bajo un colectivo sin cumplirlo.
Gracias a esta virtud fue que mi amigo Gustavo se asoció conmigo para abrir un negocio.
Nuestro principal problema radicó en no saber a qué rubro dedicarnos. Yo quería poner una parrillita, porque siempre me gustaron los juegos de asar. Después se me ocurrió instalar un local de venta de puertas giratorias por mayor. Tenía el nombre y todo "Gloria a la Giratoria". También pensé en abrir un stand ofreciendo marcos para ventanas y lo iba a llamar justamente así: "Venta Anita", pero el guacho de Gustavo dijo que no iba a abrir un negocio solo para que yo me haga la piola con los nombres. Muy a mi pesar tuve que darle la razón, pero después cuando se durmió se la saqué.
Esa noche me fui a dormir sin dejar de pensar en el tema, y tuve un sueño muy extraño: estaba atrás de un escritorio conduciendo un noticiero y yo no era yo, sinó un tipo canoso y serio. Cuando mi novio apagó la tele me di cuenta de que aún no me había dormido. Cerré los ojos y soñé que estaba en un castillo medieval rodeado de piezas de ajedrez parlantes. El alfil me decía: "dale, piba, agarrá la diagonal y abrite una fonda", en cambió el peón me aconsejaba "no, muchacha, empezá de a poco y andá paso a paso: haceme caso y comprate un kioskito", hasta que apareció el caballo bajando por la escalera y terció en la conversación: "Mili, me parece que con tu experiencia y capacidad deberías ser más innovadora… ¿Qué te parece una tienda que se llame "Todo para el suicida"? Podés vender sogas, veneno, armas…" Y ahí pateé el tablero y me desperté.
Debo confesar que, aunque el consejo del caballo me había parecido una burrada (y pido disculpas por el involuntario juego de palabras) algo de lo que dijo quedó galopando en mi cabeza (pido disculpas nuevamente), así que lo llamé a Gustavo y mantuve la siguiente conversación:
-Ya tengo el negocio.
-Yo también. Vamos a vender roedores por kilo en la Avenida de Mayo. El negocio va a llamarse "El Cobayo de Avenida de Mayo"… ¿Qué te parece?
-Me parece mejor esto: dado que la mayoría de la gente es negativa, envidiosa y agresiva y le gusta competir y pelearse…
-No te entiendo, estúpida… ¿a qué te referís?
-A que podríamos abrir un negocio que venda productos negativos… ¡un local de anti-cosas!
-¡Ah! Anti-guedades, anti-dotos, anti-parras…
-No, no, infeliz. No de cosas que empiecen con el prefijo anti, sino de cosas que estén en contra…
-A ver, a ver… me interesa… ¡Anti-cipame algo!!! ¡Ja, ja, ja, ja!
Así fue que un mes tuvimos todo listo: una megafactoría de tres pisos destinada a criticar los gustos ajenos. Teníamos remeras anticlericales, antijudías, antimarxistas, antinazis u otras con un espacio en blanco y abajo la frase "…es una mierda", confeccionadas especialmente para que el comprador agregue su disconformidad con lo que fuera.
Finalmente fueron los mismos clientes los que terminaron dándonos ideas para manufacturar los artículos necesarios en nuestra industria del desprecio. Los más exitosos fueron el jabón para los que detestan oler bien y el ácido sulfúrico para los enemigos de la belleza. Incluso llegamos a tener uno de nuestros salones de venta vacío tan solo para complacer a los que se proclamaban anti-consumo.
Transcurrieron tres años de rutilante éxito hasta que quebramos. Como es usual en nuestra ciudad, cuando uno lleva a cabo una idea original no tardan en brotar los imitadores vendiendo lo mismo y prodigándose como nata tras hervir la leche (hoy estoy tosca para las comparaciones).
Sin embargo una de las principales causas de la quiebra fue Gustavo. En los últimos meses se había empeñado en disuadir a los compradores de que no odien lo que decían odiar, y por ende se producían conversaciones como esta:
GUSTAVO: -Hola, bienvenido a "Anti-ojito", la primer tienda dedicada al desacuerdo, ¿lo puedo ayudar en algo?
CLIENTE: -Sí, quisiera una bandera que diga algo en contra de la hinchada de Deportivo La Matanza S.R.L…
GUSTAVO: -Sí, como no, pero… disculpe que me entrometa… ¿no cree ya que hay demasiada inquina de por sí entre los equipos de fútbol y sus fanáticos como para continuar este interminable ciclo de violencia? ¿No preferiría llevarse quizá este sahumerio que cuando larga humo escribe en el aire la frase: "¡Que asco! ¡Odio los sahumerios!"?
CLIENTE: -No, no quiero sahumerios. Quiero una bandera.
GUSTAVO: -Puedo ofrecerle otro tipo de banderas. Por ejemplo, tenemos una blanca especial para los enemigos de la valentía. U otra con la frase "En vez de mirar fútbol, ¿Por qué no se van a estudiar a sus casas, manga de inoperantes?".
CLIENTE: -Escuchame, jetón… ¿me vas a vender la bandera sí o no?
GUSTAVO: -Ehhh…. Sí, sí, claro… ¿quisiera agrandar su combo llevando esta valija de herramientas rotas para los enemigos de arreglar cosas?
En fin, cuestión que terminamos en la ruina una vez más. Aún conservo algunas cosas que sobraron del local, como un número tres para los adversarios de las cifras pares, siete kilos de pelo para los anti-lampiños y una granada de mano para los que odian que un colectivero no los levante en la parada aunque le hayan hecho señas.
Ustedes saben, creo que nunca dejaremos de detestar cosas. Yo sin ir más lejos soy una crítica acérrima de los finales boludos… ¿no es verdad, amigos?

jueves, 22 de mayo de 2008

C o n e c t i n g



Esta gente esta trabajando hace años en mi cabeza, es hora de que les empiece a pagar mejor porque no lo estan haciendo bien y eso se nota... jejej


Basta de boyar!, me estoy gritando ultimamente, y es que es asi, en este mar de relaciones con las personas, el mundo y lo que hacemos, yo me la paso yendo y viniendo... y eso es lo que me permito mostrar por estos lares. Desde las sensaciones mas intimas que se me cruzan hasta las que me suceden todos los días,caminando por la vida,conociendo personajes y lugares.Hoy decidi darme una vueltereta por aca y subir algun cuento, hace mucho que no lo hago, a veces siento que me estoy despersonalizando, y otras veces digo, ¨si, esa sos vos¨ un poquito de alegrón por acá y otro poco de lamento de un cornudo por allá¨, como el tango vio?-



Basta de preambulos joder!

sábado, 2 de febrero de 2008

No está oculto.




Mira, no pido mucho, solamente tu mano, tenerla como un sapito que duerme así contento. Necesito esa puerta que me dabas para entrar a tu mundo, ese trocito de azúcar verde, de redondo alegre. ¿No me prestás tu mano en esta noche de fin de año de lechuzas roncas? No puedes, por razones técnicas. Entonces la tramo en aire, urdiendo cada dedo, el durazno sedoso de la palma y el dorso, ese país de azules árboles. Así la tomo y la sostengo, como si de ello dependiera muchísimo del mundo, la sucesión de las cuatro estaciones, el canto de los gallos, el amor de los hombres.






Julio Cortázar










Me metí adentro de un frasco de amor. No pienso salir.